domingo, 19 de enero de 2014

La abadía de Sant Denis, donde renace la Luz.

La abadía de Sant Denis (San Dionisio) hoy en día situada en la periferia de París, debe su nombre al enterramiento en la misma del primer obispo de París y apóstol de las Galias, martirizado en el siglo III durante la persecución del Emperador Aureliano. 
Necrópolis Real desde el enterramiento en 996 de Hugo Capeto, el poder económico y político que ostenta la abadía se incrementa sustancialmente desde principios del siglo X al igual que ocurre por toda europa en diferentes fundaciones monásticas, ejemplo de este poder emergente es el todopoderoso monasterio de Cluny.

En 1122, un monje de carácter equilibrado y opuesto a los excesos de la regla de Bernardo de Clairvaux, es elegido abad de Saint Denis; con un espíritu en muchos aspectos adelantado a su época, plasma sus revolucionarias ideas en diferentes obras, formulando tanto una teoría del Estado en la cual el Rey es el 'primus inter pares', como un tratado de Arquitectura: "De Constructione" ....
...donde da precisas instrucciones con el fin de convertir el interior de los templos en espacios bañados por el sol, en edificios con paredes de cristal adornados con vitrales de colores que dejen pasar la luz purificadora.

El abad Suger es además consciente de la supremacía simbólica de la iglesia que guía: como monasterio Real de Francia, era preciso que ésta superase en altura a todas las demás iglesias así como el Rey de Francia superaba en poder a todos sus vasallos; y decide poner en marcha un audaz plan de renovación de la cabecera de la iglesia, materializando en piedra el pensamiento del teólogo bizantino Dionisio Aeropagita: "Dios es luz".

La luz será la clave del mensaje espiritual.

“En el interior de un edificio cuyas paredes de cristal dejan pasar la luz del sol todos los que se hallan dentro de él se encuentran hermanados por un mismo baño de luminosidad y color”.

En la época de plenitud del arte románico, el concepto estético y espiritual que lo anima: la racionalización de las formas geométricas, el antinaturalismo, el obstinado equilibrio simétrico, la armonía, la subordinación de las proporciones de las representaciones al marco arquitectónico....
deja paso a un cambio de mentalidad y a una ruptura estilística como no ha conocido la arquitectura occidental. 

Los siglos XII y XIII contemplan la derrota del idealismo de Platón, defendido por San Agustín y que constituye la base de la filosofía de los siglos altomedievales: La naturaleza es sólo la apariencia intermedia y engañosa tras la cual se oculta la verdadera realidad de la divinidad; es decir, mientras que el arte románico no se rige por la imitación de las formas naturales sino por un concepto racional y abstracto del ideal, se recupera la filosofía basada en la preeminencia de los sentidos de Aristóteles y las ideas anteriores son desplazadas por la nueva convicción de que la experimentación con los sentidos es necesaria para descubrir las formas de la naturaleza, y será ésta la verdadera fuente de conocimiento. 

El artista, el arquitecto, ya no tiene que emplear las simples y regulares formas de la geometría euclidiana, sino que se ve libre para trabajar; se sustituye la inteligencia abstracta por el empirismo, y este empirismo es el que va a impulsar soluciones tectónicas, constructivas y plásticas para crear espacios de gran altura, cubiertos por bóvedas ingrávidas, para simbolizar la Jerusalem Celestial a través de la luz y el color.

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