jueves, 6 de febrero de 2014

"Le temps reviert", el tiempo regresa.

En las postrimerías del siglo XIV, el siempre frágil equilibrio de poderes entre las ciudades estado italianas se rompe por el imparable movimiento expansionista del flamante Ducado de Milán creado por Gian Galeazzo Visconti. No solo logra conquistar buena parte de las ciudades estado del norte de Italia sino que los ejércitos milaneses al mando del "condottieri"  Francisco Sforza extienden su control por primera vez sobre la región de Lombardía, llegando a ampliar sus dominios hasta la región de Pisa y Bolonia hacia el sur.
La república oligárquica de Florencia era su próximo objetivo; sumida en una profunda inestabilidad social desde hacía casi doscientos años, había intentado sin éxito frenar el imparable avance militar del Duque de Milán y veía impotente cómo un poder extranjero amenazaba su propia soberanía.
El fortuito fallecimiento del Duque de Milán el 3 de septiembre de 1402 a causa de un brote de peste, libra a Florencia de sufrir una inevitable derrota militar y causa un profundo impacto psicológico en la conciencia colectiva de la cuidad.


En la atmósfera de auténtica euforia que siguió a esta inesperada victoria, la ciudad generó una oleada de propaganda verbal y visual concebida para promover su prestigio frente a sus rivales: la fórmula empleada, probada ya desde finales del siglo XIII, consistía en la cesión estatal del patrocinio de los proyectos de construcción de edificios públicos como hospitales, inclusas e iglesias o embellecimiento de los ya existentes, a los gremios de la ciudad que constituían la base del sistema político que la gobernaba. A los grandes gremios representantes de las principales industrias, el estado les asignó la responsabilidad de patrocinar las más importantes iglesias, monumentos cívicos, y otros edificios públicos. Dicho patronazgo constituía para el gremio un motivo de orgullo y un reconocimiento de su poder y  prestigio e invertían un considerable esfuerzo financiero  tanto para la contratación de los mejores pintores, escultores, arquitectos, etc, como en la elección de los materiales que también debían reflejar la potencia económica de quien lo patrocinaba.
De igual manera que las campañas publicitarias o el patrocinio privado de eventos o competiciones deportivas de hoy día, los gastos en obras de caridad, en la construcción de edificios públicos o en el embellecimiento de la propia ciudad, respondía en la Florencia de principios del siglo XV a motivos más interesados y les proporcionaban a los gremios una imperecedera forma de propaganda para expresar su poderío; competían entre sí valiéndose del patronazgo de las artes; se estableció una rivalidad entre los gremios que estimuló vivamente la competencia y el mecenazgo de artistas; motivación que puede apreciarse detrás de  muchas obras del primer Renacimiento florentino.
Así, al gremio de los mercaderes de la Lana, el más poderoso de Florencia, le fue encomendada la gran responsabilidad del patrocinio de la construcción de la cúpula de la que estaría llamada a convertirse en uno de los más grandes templos cristianos: Santa Mª de las Flores, cuya cúpula sería definida por Leone Battista Alberti como el primer gran logro del arte nuevo y se convirtió en todo un símbolo de la grandeza y el poder de la ciudad estado frente a sus rivales políticos, la cúpula y la linterna diseñadas por Brunelleschi rematan este grandioso proyecto colectivo iniciado a finales del siglo XIII, en el que su enorme tamaño y la rica decoración de mármoles incrustados proclaman la prosperidad y pujanza de la ciudad.
Los mercaderes de ropería encargaron un nuevo juego de costosas puertas de bronce para el baptisterio, el más antiguo de los monumentos de la ciudad, en las que Lorenzo Ghiberti desarrollará todo un programa de arquitectura renacentista idealizada; y el gremio de los mercaderes de la seda fundaría el Hospital de los Inocentes, primer edificio público de Brunelleschi, en el que ensaya con nuevos elementos formales que más tarde incorporará al resto de su producción arquitectónica y que reflejan el afán por lograr recrear un orden clásico que acentuase el contraste con el estilo gótico tardío de la época, y recuperar características decorativas que provenían del repertorio formal de la arquitectura románica y prerrománica de la Toscana y especialmente de Florencia.
La renovatio de la arquitectura se basó principalmente en la purificación y simplificación de las formas y de la excesiva decoración de estilo gótico, rechazando un estilo esencialmente extranjero por otro más antiguo y nacional, los florentinos habían concedido siempre una gran importancia a la apariencia física de su ciudad y durante toda la edad media proclamaron y ensalzaron con orgullo su pasado imperial romano, de esta manera, la nueva arquitectura adopta formas fácilmente reconocibles por los contemporáneos de Brunelleschi y da pie a la aparición de una arquitectura deliberadamente florentina como elemento nacional diferenciador.
Entre el final y el principio de los siglos XIV y XV la ciudad se convirtió en el centro del humanismo renacentista y se extiende el interés de los florentinos por las tradiciones de su ciudad. La conjura del peligro militar milanés permite a Florencia mantener su libertad y la élite mercantil de la ciudad reafirma su poder mediante con el patrocinio de las artes, el sentimiento de orgullo cívico de sus ciudadanos por los logros florentinos y la conciencia colectiva de identidad nacional contribuyen a impulsar la cultura de Florencia, en la que atraídos por los numerosos encargos trabaja toda una generación de artistas como Brunelleschi, Donatello o Masaccio cuyos logros, sensibilidad y audacia al servicio de los ideales cívicos y humanistas transformarán las formas medievales en un nuevo estilo.

La expresión del anhelo de "rinascimento" y de recuperación de las antiguas tradiciones, surgida de una época de crisis y de efervescencia social, es proclamada por una primera generación de artistas que convirtieron a Florencia en el principal centro de irradiación de las formas y la sensibilidad renacentista.
"Le temps reviert", el tiempo regresa, como una profecía ya cumplida esta frase premonitoria será adoptada como lema por un joven príncipe al asumir el control del gobierno de Florencia en 1469, comienza el tiempo de Lorenzo de Médici, Lorenzo el Magnífico.

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